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El Nacimiento de Cobreloa es el fruto de un sueño iniciado muchos años antes de aquel 1977 que vio el inicio profesional de los Zorros del Desierto.
1959 es el año de la primera chispa que enciende el fuego en el mineral. La obtención del título de la Selección de Calama en el Nacional de Fútbol Amateur, y la obtención del mismo trofeo por parte de Chuquicamata dos años más tarde, confirmaron que, más allá de nuestro cobre, había una riqueza también futbolística en El Loa. Nacía el hambre de demostrarle a Chile, en una cancha de fútbol, el Temple Minero que en la producción era capaz de sostener al país entero.
Los inicios de este sueño no fueron nada fácil. Los rechazos desde la Asociación Central de Fútbol a la integración del equipo de El Loa eran costumbre bajo el argumento de la lejanía geográfica, argumento débil considerando que desde 1966 ya existía Antofagasta Portuario, equipo del vecino Puerto de Antofagasta.
Avanzaba el tiempo y la negativa al fútbol en el Mineral se mantenía desde Santiago. Sin embargo, el medio futbolístico no era indiferente a los recursos que nuestro cobre podía generar, recursos que, para otras instituciones, fueron vistas como la oportunidad para seducir a nuestra comunidad con tal de captarlos y así potenciar sus propias finanzas.
El intento más recordado es el acercamiento de Santiago Morning al mineral. El histórico club capitalino arrastraba una crisis económica que los llevó a Segunda División, lejos de sus laureados inicios en los primeros años del Campeonato Nacional. La oferta consistía en la modificación del nombre del club (a Morning Loa), la integración de futbolistas loínos a su plantel, y partidos amistosos del cuadro microbusero en nuestra provincial.
Los altos mandos de Codelco aceptaron un período de acercamiento. Santiago Morning llegó al mineral creyendo que nuestra gente quería verlos a ellos. Nuestra gente en realidad quería ver a los jóvenes loínos probándose en un club profesional, situación que prácticamente no se dio y detonó en la indiferencia de los mineros. El trato fracasó inmediatamente, porque si se trata de tener un club profesional, tiene que ser formado por nuestra gente y, quienes vengan, tienen la misión de ser unos mineros dentro de una cancha.
Poco después, llegaría la petición Antofagasta Portuario, que bajo el discurso de la “unidad regional”, intentó seducir a la comunidad loína. El resultado sólo fue encender la identidad local del calameño y chuquicamatino que, convencidos con un nuevo club nuestro y grande, renovó fuerzas para lograr el objetivo trazado.
Por esta razón, la segunda mitad de los años 70 se recuerda como la union de toda la comunidad para diseñar la creación de este club con un propósito mucho más amplio que lo netamente deportivo. Este club no podía desestimar su importancia social para una localidad situada en el Desierto más árido del planeta y con una ciudadanía entregada por completo al trabajo. Este club debía llegar para florecer el desierto y para aumentar la felicidad de su gente.
Con el tesón de dos localidades en un extremo de Chile que en la lejanía del Desierto trataban de hacerse escuchar por tan noble propósito como crear un club para generar dispersión en medio de la nada, se acercan a esta causa dos piezas fundamentales para armar el puzzle del Gigante Minero: José Gorrini y Nicolás Tschischow, los primeros ingenieros chilenos que llegaron a Chuquicamata para asumir la gerencia de Codelco, enamorados de nuestras tierras y conmovidos por lo que su gente demandaba, tomaron la decisión de aportar desde sus conocimientos en planificación y evaluación de proyectos. Por lo cual, su compromiso con Calama y Chuquicamata se tradujo en una frase: ¡AHORA O NUNCA!
Por esto, el proyecto renovado del nuevo club para El Loa se decidió desarrollar bajo un nuevo club, y no continuar la idea inicial de promover al profesionalismo al histórico club amateur Sport Cóndor. La razón ratificaba la convicción de siempre: Este equipo sería “la selección de El Loa”, con jugadores loínos y otros que luchen como si lo fueran.
Así, el primer nombre del renovado proyecto fue Deportes El Loa, que prácticamente en el mismo día de la postulación, según testimonio de José Gorrini, cambió a Cobreloa, por tener un sonido con más carácter y, pese a no ser literalmente el nombre de nuestra provincial, unir El Loa con el Cobre. En mejores términos: Unir el cobre chuquicamatino con El Loa de Calama.
A este contundente proyecto, desde el área clínica, se sumó el Doctor Sergio Stóppel, medico cirujano y director del Hospital Roy H. Glover, que bajo sus vivencias con mineros malogrados o incluso fallecidos en sus trabajos por asegurar el futuro de sus familias. Por ello, su intención para Cobreloa fue clara: “El Equipo de Fútbol tiene que Reflejar la Manera de Ser de Nuestra Gente”.
De modo integral, los calameños y chuquicamatinos se sumaron al “AHORA O NUNCA”: Sindicatos de Ferrocarriles, de suplementeros, de transportes y locomoción colectiva, feriantes y la Cámara de Comercio de Calama. Todos unidos y atentos a los pormenores que los medios radiales de Calama compartían las novedades del proceso de Fundación de Cobreloa, que un 7 de Enero de 1977 trae a nuestra memoria la aprobación del Consejo de Presidentes de la ACF (Asociación Central de Fútbol) al “Equipo de Calama y Chuquicamata”, al equipo ideado por toda la comunidad con el importante apoyo de ingenieros y doctores de fuste en Chuquicamata y bajo la tutela del Coronel de Carabineros Francisco Núñez, primer Presidente de la institución que vestiría de Naranja en honor a una tonalidad más fresca del Rojo Cuprífero, pero también, según palabras de José Gorrini, por un guiño a la Selección de Holanda, que con su “Naranja Mecánica” de los 70’, transmitía revolución futbolística, innovación, alegría y modernidad; cualidades que Gorrini y Tschischow se comprometieron a inyectar a este nuevo club que nadie les sacaba de la cabeza entraría a lo grande y para hacer historia en el Fútbol Nacional.
1977 es el año del primer torneo profesional de Cobreloa. Fue en la Segunda División, y con un plantel fusionado entre nuestros futbolistas loínos -evaluados en un proceso de selección comandado por el histórico entrenador de la Selección del Mundial de 1962, Fernando Riera- y la experiencia de futbolistas profesionales recomendados por Andrés Prieto, el primer director técnico de nuestra historia.
A Cobreloa le bastó ese debut en Segunda División para ascender inmediatamente a Primera División, el resto de la década de los 70 sirvió para calentar motores con campañas que no bajaron del tercer lugar. Fue la previa de una década del 80 que tenia que ser naranja y nortina. Comenzaba la década de los Zorros del Desierto.
En la inolvidable década de los 80’, Cobreloa inició con su primer título en 1980, debutó en Copa Libertadores para llegar a la final en 1981 y 1982, con la frustración de arañar el trofeo más importante del continente. Sin embargo, a nivel local, sumados a la primera estrella, Cobreloa se queda con los títulos de 1982, 1985 y 1988 para convertirse en el club más ganador de la década.
En el plano internacional, pese a no haber conseguido la Copa Libertadores, Cobreloa se hace dueño de un record aún vigente: “El Mejor Local de América”, marca lograda gracias a sus 91 partidos invictos en el Estadio Municipal de Calama -entre 1980 y 1985- por partidos oficiales. Es el mayor invicto de la historia del fútbol continental, y el quinto a nivel global en la historia del fútbol.
La vara dejada por el histórico Cobreloa de los 80’s exigió al máximo a los planteles que tomaron la posta para las décadas de los 90’ e inicio del siglo XXI. Las grandes hazañas y record a nivel nacional e internacional marcaron altas exigencias. Sin embargo, el Temple Minero de los naranjas permaneció vigente en Calama y el resto de Chile, trayendo como frutos los Campeonatos de 1992, 2003 Apertura, 2003 Clausura y 2004 Clausura.
En 1992, Cobreloa comenzó un torneo con dudas hasta la llegada de José Sulantay, formador de la actual “Generación Dorada” del fútbol chileno. Con la llegada del oriundo de Coquimbo, Cobreloa dio un giro de 180 grados y construyó un invicto de 26 partidos, racha clave para obtener la quinta estrella en el Desierto.
De esta increíble secuencia de partidos invictos, una historia especial nos lleva a la ciudad de Antofagasta, donde Cobreloa enfrentaba el crucial partido ante los Porteños a seis fechas de finalizar el torneo con una impresionante caravana de buses con banderas del color más precioso del mundo para bañar de Alegría Naranja la Capital Regional. El impacto de los medios antofagastinos que presenciaban la llegada de los loínos al Estadio Regional derivó en la propia resignación a aceptar que Cobreloa era local, hecho graficado por las emisoras locales comparando la llegada de innumerables buses calameños con un HURACÁN NARANJA. Por esto, y en honor a sincera definición de la pasión del hincha loíno vivida en la victoria naranja por tres goles a uno, la barra de nuestro club lleva ese nombre.
El inicio del siglo XXI partió con todo para Cobreloa. Tras casi una década sin títulos, los Zorros del Desierto volvieron al cetro de campeón y qué mejor que frente a Colo-Colo, equipo al que en dos ocasiones derrotó en las finales del torneo de Apertura y Clausura del año 2003, más conocido como “El año Naranja”, un año que terminó con el especial regalo del “Día del Padre” en alusión al 21 de Diciembre de 2003, fecha de la épica vuelta olímpica que Cobreloa dio en el mismísimo Estadio Monumental tras derrotar por 2 tantos a 1 a Colo-Colo en la Final de vuelta del torneo de Clausura.
2004 es recordado en nuestra historia como el año del -por ahora- ultimo título de los Zorros del Desierto tras un sólido triunfo obtenido en el Estadio Santa Laura y un empate que abrochó la octava estrella naranja ante Unión Española.
Desde ese entonces, Cobreloa no ganó más títulos, los aportes que recibía gracias a los beneficios del cobre de nuestra propia tierra disminuyeron considerablemente, y decisiones erradas por malas administraciones que derivaron en la debacle institucional y deportiva de Cobreloa, que en 2015 cayó por primera vez en su historia al fatídico descenso.
Con este entorno, fácil sería rendirse y abandonar. Pero somos mineros y sabemos caminar en desiertos. Por esta razón, Cobreloa sigue convocando fieles que en cualquier rincón de Chile no pierden la esperanza de revivir las alegrías que Los Zorros del Desierto brindaron por tantos años.
Por ellos, y por las nuevas generaciones que merecen conocer la grandeza que vivimos los que en nuestras infancias disfrutamos del Glorioso Cobreloa, nuestra institución actualmente transita en una importante reestructuración institucional con el propósito de hacer de la caída el mejor aprendizaje, y de la adversidad el estímulo para volver a ser lo que somos: Un equipo de fútbol que refleja a su gente, de trabajo silencioso, de esfuerzo, humildes, provincianos y santiaguinos con espíritu regionalista.
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